The revolution inside
DEJADO CAER UN
jueves, 13 de marzo de 2014 A LAS
7:52 ||
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¡Buenos días, buenas tardes, buenas noches! Después de tanto tiempo abandonado esto empezaba a parecer un desierto, eh. Pero ya vuelvo a dejarme caer por aquí con nuevas fotos, con alguna cita y dos modelos a las que no hay forma de querer más. Esta sesión es parecida a la mayoría de las anteriores y a la vez no. Va de los monstruos, de los que llevamos dentro y de los que nos desgarran la piel, y a la vez no. Va de las revoluciones que nos nacen en los huesos y llevamos a cabo, y a la vez no. Tiene todo el barro que te mancha el rostro, la piel que se desgarra, las pesadillas que nos brotan de la mente y se nos escapan por la boca. Tiene un poco de mí, un poco de las citas, un poco de ellas, un rato de improvisación pero ante todo, me tiene muy orgullosa del resultado.
The revolution inside habla de ese momento en que te despiertas temblando tras una pesadilla, del momento en que después de haber caído te decides a levantarte aunque te sangren las rodillas. Habla del instante en que te das cuenta de que alguien más es como tú, y duele. The revolution inside es la revolución que todos tenemos dentro, a veces en forma de monstruos, a veces en forma de dolor y gritos, a veces simplemente en forma de sonrisa. Es lo que nos vertebra y nos mantiene en pie, nos ensucia y nos salva. The revolution inside es...
Etiquetas: 50mm, Photography
solo una bala
«(Así que estás sola. Estás sola frente a todo eso malo que dicen que llevas dentro y que sabes que, efectivamente, llevas dentro. Pero, ¿y qué? Ya hay demasiadas cosas buenas en el mundo.)»
ARLET HINOJOSA. Hay cosas que deberías haber aprendido los primeros días de tu vida.
Hay un universo entero, lleno de planetas, de estrellas, de mundos y de
quién sabe qué. Pero estamos
aquí. Estamos en un mundo que tiene poesía, que tiene risa, que tiene personas. Un mundo que gira, que tiene
9,81 m/s² de gravedad para mantenernos en el suelo y aun así volamos. Tenemos un cielo que sostener sobre nuestros hombros, un asfalto en el que clavar las rodillas, un horizonte hacia el que caminar hasta que los pies ya no resistan –y un poco más-. Porque somos carne, hueso y polvo de estrellas. Y no vamos a caer aquí, ni siquiera aunque la gravedad nos obligue a ello. Ni siquiera aunque el cielo nos sepulte. Podemos quebrarlo, podemos partir la gravedad. ¡Podemos volar! Y seguir riendo, y seguir gritando. Podemos llenarnos de rabia hasta estallar y hacer que estalle el mundo entero con nosotros. Que, como dice Carlos Salem,
no vas a comerte el mundo, quizás, pero el mundo está esperando tus mordiscos y yo también.
Y por eso estoy aquí. Estoy aquí porque quiero enseñar cada dentellada que dé. Porque me dijeron que
no soy supernova porque soy el estallido que la detona y me lo creí. Porque decidí que el miedo era demasiado insoportable como para soportarlo, así que tendría que enfrentarlo. Tendría que empezar a derribar mis muros con mis propias manos y seguir en pie con las rodillas temblando. Crear mi propio santuario a falta de unas clavículas en las que refugiarme. Reducir la gravedad a base de golpes, porque no hay forma de hacerse más pequeña cuando te crees titán, cuando eres titanio. Y si la vida es una batalla, que ni se gana ni se pierde, solo se mantiene, habrá que mantenerse con ella. Habrá que hacer poesía de la metralla, lunares de las heridas de bala, música de las explosiones y revolución de cada paso hacia el horizonte. Habrá que ser metralla, bala, explosión, revolución –y horizonte-.
Habrá que ser.
Y yo soy. Soy una
Balaperdida. Y he venido a meterme entre vuestras costillas, porque esa es mi forma de
perdurar.
«In Alexander's life there was one thread that could not be broken by death, by distance, by time, by war. Could not be broken. As long as I am in the world, she said with her breath and her body, as long as I am, you are permanent, soldier.»
― Paullina Simons, Tatiana and Alexander